domingo, 10 de marzo de 2013

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Tekken: La película

Para muchos el videojuego de su infancia, para otros la peor película de la historia. Para mi, queridos lectores, la reformulación definitiva del cine de artes marciales tal y como lo conocíamos.





Todo parecía indicar que, al ser una producción japonesa, mismo país al que pertenece la saga de videojuegos homónima, respetarían el argumento original o, por lo menos, el aspecto de los personajes. Pero aquí entra la grandeza del cine y la valentía de los productores al no importarles lo más mínimo las críticas y centrarse en contar una historia directa, llena de acción post-punk occidentalizada y con grandes dosis de pechos. Es lo que todo el mundo desea y, a la vez, no.

Los personajes no son para nada lo que son en los videojuegos, su fuerza y peso argumental aún menos. La fotografía, escenarios y el mundo recreado tampoco están muy basados en el juego. Lo único, algunos vestuarios de los personajes. Una vez más hacen gala de su propia creatividad, dando una vuelta de tuerca a  la ya bien hilada historia del Tekken original.

Bueno, introduzcamos una especie de sinopsis de este film del prometedor director Dwight H. Little:

En un mundo futurísta, donde una bandera parece indicarnos que nos encontramos en Estados Unidos, un joven llamado Jin Kazama se juega la vida para conseguir dinero y comprar café y naranjas para su madre. Es un mundo donde escasean los alimentos  naturales y donde cada cierto tiempo se celebra un torneo de artes marciales con un gran premio para el ganador. 
Jin decide vengarse de Heihachi Mishima, magnate de la corporación que domina la ciudad y asesino de su madre. Para ello participa en el Torneo del Puño de Hierro.

Unos puntos a tener en cuenta en esta película es su espectacular montaje, un guión con momentos estelares (Los Beatles como motor de la rebelión contra el tirano) y una dirección de fotografía que homenajea directamente al dadaísmo de Duchamp combinado con el film noir más auténtico de los años cuarenta.
Nos guarda también perlas emotivas, traiciones y una de las historias de amor más memorables (si no la que más) de la historia, ya no del cine de artes marciales, sino de la humanidad, entre nuestro Jin Kazama y una Christina Monteiro que derrocha elegancia y sensualidad.

Sin más, decir que considero como obligatoria la visualización de esta maravilla de la pantalla, en tanto más si eres un amante de las artes marciales y la corriente steampunk. Un cinco sobre cinco.

VícLC

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